61.RAFAEL
BARRADAS Rafael Pérez Giménez
nació el 7 de enero de 1890 en Montevideo, adoptó el segundo apellido
de su padre, Barradas, como nombre artístico. Fue caricaturista, pintor,
escultor, escenógrafo y figurinista. Era hijo de padres immigrantes
españoles; del extremeño Antonio Pérez Barradas y de la sevillana
Santos Giménez Rojas, que tuvieron tres hijos, todos artistas: él
mismo; Carmen, pianista y compositora, dos años mayor que Rafael; y Antonio,
poeta, dos años más pequeño que Rafael. La actividad pictórica
de su progenitor le familiarizó desde la infancia con el lenguaje plástico.
Su padre era un humilde pintor que no variava mucho las motivaciones de sus cuadros,
casi reducido su repertorio a naturalezas muertas con naranjas, más jugoso
el tema que la pintura. No recibió una formación académica;
fue más bien un autodidacta que recibió unas pocas clases de dibujo
de parte de Vicens Casanovas. En su juventud, Barradas se une a un grupo de intelectuales
de Montevideo, entre ellos Florencio Sánchez y Emilio Frugoni. El "modernismo"
(el "simbolismo" hispanoamericano) seguía dando por aquél
entonces algunos de sus mejores frutos e influenció a Barradas, que era
ya conocedor y practicante, a dos bandas, del "sintetismo" y del "cromatismo"
surgidos de las poéticas postimpresionistas. Barradas colaboró,
desde muy joven, en tertulias intelectuales y en periódicos y revistas
de Montevideo y Buenos Aires, como ilustrador. En 1912 realiza una exposición
de acuarelas junto a Guillermo Laborde y, para fin de año realiza una exposición
de caricaturas. 
Oli sobre tela de 1912 "Los emigrantes" de Rafael
Barradas
foto:Artes Visuales Parque
Rodó - Montevideo - Uruguay Desde
su adolescencia, comenzó a desatender las dimensiones objectivas, distorsionándolas
en imágenes humorísticas. Fue caricaturista apuntador del mundo
artístico y literario y de sus ambientes, en el sentido afirmativo del
caricaturista: un hombre inteligente para saber escoger en la comedia humana y
saber expresar esta gran paradoja, de un humor atrevido con la más fraternal
adhesión a su modelo, porque el caricaturista genuino ríe y ama
a su personaje. Las caricaturas de Barradas -en las que apuntó, a tinta,
la bohemia ciudadana de plásticos, escritores y gente de teatro, así
como tipos humildes extraídos del callejear sin rumbo fijo - están
reunidas en las hojas de "El Monigote" que funda en 1913; una publicación
satírica sobre el ambiente cultural de la sociedad uruguayana de la época.
Otas caricaturas aparecieron en "La Semana", y otras han quedado inéditas.
Son de trazo muy suelto, de mucho vuelo, tal como dibujaban los españoles
de su tiempo, como Fernando Fresno; pero mientras éste y la mayoría
de caricaturistas identificaban a sus modelos por los rasgos físicos de
sus rostros, Rafael Barrades a menudo consideraba la figura en su actitud total.
Las más bellas caricaturas son las de siluetas, interpretando una manera
de estar desocupado o posando en la vida. Es la manera de mirar del artista que
no modificará cuando más tarde, en lugar de personas determinadas
(como la caricatura del escritor Aurelio del Hebrón, pseudónimo
de Alberto Zum Felde) fije en pintura sus tipos simbólicos (como alguno
de su serie de "Magníficos"). En 1913, a los veintitrés
años, Rafael Barradas realiza su primer viaje a Europa, gracias a la generosidad
de un amigo, el tenor Alfredo de Médici, que lo llevó a Milán,
a algunas localidades suizas y a París, compartiendo una beca. Barradas
conoció entonces las primeras vanguardias, especialmente el "cubismo"
y el "futurismo" de Marinetti. En 1914, estalla la Primera Guerra Mundial,
hecho que determina su regreso a España donde acaba fijando su residencia.
Vive en Barcelona, donde puede ver publicadas sus primeras ilustraciones satíricas
en la "Esquella de la Torratxa" de Antonio López y en "La
Revista Popular"; y tiene los primeros contactos con Juan Gutiérrez
Gili el periodista y escriptor, con G.Manegat, Legina,... La labor de caricaturista
quedó totalmente truncada, aunque mantuvo latente a lo largo de su existencia
su capacidad humorística, que desembocó años más tarde
en el "clownismo". En 1915 se trasladó a Madrid. Pero lo
hizo a pie y sin un duro, en un viaje mítico en su biografía personal.
Agotado, enfermo por el esfuerzo, Barradas tuvo que detenerse en Lechago (Teruel)
donde fue atendido por la hija de un pastor, ingresando posteriormente en el Hospital
de Santa Engracia de Zaragoza, donde le dictaminan una tuberculosis consecuencia
de las múltiples privaciones sufridas a lo largo de su vida. Una vez repuesto
de su enfermedad, contrae matrimonio, el 14 de abril de 1915 en Zaragoza, con
la pastora que le había atendido en la cuneta del camino, Simona Láinez,
a la que siempre llamará Pilar. Recorrió junto a ella la geografía
del entorno permaneciendo en la capital aragonesa durante un poc más de
un año. En Zaragoza, al mismo tiempo que colabora en la revista universitaria
"Paraninfo", realiza su primera obra y las primeras exposiciones en
España. A pesar de esta actividad,el artista no se afincó definitivamente
en la ciudad sino que hizo venir a su familia de uruguayana y todos juntos con
Pilar, al inicio de la primavera de 1916, se instalaron en Barcelona. Durante
los primeros tiempos Barradas vive en una casa de huéspedes de la calle
Diputació muy cerca de la plaza Universitat y frecuenta el "Café
del Prado" situado en la Gran Vía de les Corts Catalanes esquina Viladomat,
donde cada tarde acostumbra a participar en sus tertulias dibujando y haciendo
esbozos de la gente que va y viene. Son dibujos a lápiz, negro o de colores,
con algunos toques de acuarela. Mientras, la familia subsiste fabricando juguetes
de artesanía. Barradas fue una persona muy cercana a los niños.
Lo que queda demostrado por hecho de que el artista realizó muchas ilustraciones
para revistas infantiles y juveniles, así como juguetes, guiñoles
para el teatro de títeres y escenografías para espectáculos
de teatro. A principios de 1917 ya trabajaba como ilustrador gráfico.
Se vincula al pintor uruguayano Joaquín Torres García y exponen
conjuntamente en la Galería Dalmau. Conoce a Celso Lagar, al poeta Salvat-Papasseit
y a algunos creadores europeos refugiados en la capital barcelonesa. Colabora
con sus dibujos en la Revista "Enemic del Poble" de Salvat Papasseit.
El vitalismo estético de Rafael Barradas, de cierto acento nietzscheano,
encontró especiales afinidades con el de Salvat y el del transformado Torres-García.
Frecuenta tertulias artísticas y conoce a poetas, críticos y artistas
españoles vinculados a los movimentos de vanguardia. Las primeras vanguardias
barcelonesas emergieron en 1917, proliferaron a lo largo de 1918 y desaparecieron
en 1919.

Barradas en su taller de Barcelona en
1917 Rafael
Barradas expone en Madrid en 1917 mientars realiza numerosos trabajos gráficos
en Barcelona. De regreso a Catalunya, su visión particular del "futurismo"
italiano, que él había conocido directamente en su estancia en Milán,
se concreta pictóricamente en su propuesta de nueva escuela de arte estético,
a la que llama "vibracionismo" y de la cual, al lado de otros seguidores,
es su máximo exponente. Al "vibracionismo" se le asocia siempre
con el "futurismo", a pesar de que, en rigor, fue una síntesis
personal de recursos de los primeros "ismos". Es un intento de plasmar
la vida moderna y su dinamismo, descomponiendo los planos y procurando dar sensación
de movimiento. Barradas se sirve de colores vivos, planos, saturados y figuras
geométricas, e incorpora motivos de la realidad urbana como coches, tranvias,
relojes, rótulos, objetos relacionados con el café, números,
etc. Son visiones movidas, fragmentadas y simultáneas que buscan plasmar
la vibración continua de los objectos pintados. Poco despues, Barradas
se introduce en la corriente estética conocida como "ultraismo",
tomando parte activa en la redacción y configuración de panfletos
y revistas de esta escuela de arte contamporáneo de vanguardia. En 1918
expone en las Galeries Laietanes y se vincula a l'Agrupació Courbet. Antes
de que desaparecieran las vanguardias, en el verano de 1918, Barradas decide cambiar
de residencia, trasladándose a Madrid. Allí todo era distinto, les
referencias al arte vanguardista prácticamente no existien. Barradas se
desplaza a la capital para situarlas, actuando como punto de partida para toda
una verdadera transformación de la cultura española propiciada desde
la capital. Ante la absoluta falta de mercado de arte moderno, Rafael Barradas
comienza a ganarse la vida, primero, como ilustrador gráfico y fabricante
de juguetes y un poco más tarde, en 1919, como figurinista, escenógrafo
y realizador de numerosos elementos de decoración, carteles y programas
del Teatro Eslava, donde actuaba la compañía del poeta, dramaturgo,
editor y empresario Gregorio Martínez Sierra con la actríz Catalina
Bárcena, fundadores de la compañía del Teatro de Arte y de
la iniciativa del Teatro de los Niños, que pretendía acercar este
espectáculo a la infancia. Este mismo año presenta el Manifiesto
Ultraista juntamente con Norah Borges, Paszkiewicz, Jahl, Delaunay, Vázquez
Díaz y Bores. Este grupo pionero de la vanguardia en España, se
expresaba en los medios gráficos por medio de ilustraciones, o por medio
de las veladas ultraistas. Barradas colaboró activamente con el grupo participando
al lado de Miró en las ilustraciones de la revista "Art Voltaic".
Sus diseños cambiaron el sentido de la ilustración gráfica
publicada en Madrid, y sus realizaciones para el Eslava representan el punto de
partida del nuevo arte escenográfico español. Durante 1920 recibe
numerosas ofertas laborales y trabaja como dibujante para la "Biblioteca
Estrella" ilustrando muchas ediciones de clásicos. Entre 1918
y 1923, Rafael Barradas sólo expuso en tres ocasiones. Y no obstante esto,
durante estos años su pintura no dejó de evolucionar. La poética
vibracionista rápidamente convivió, dio entrada o se transformó
en una nueva modalidad a la cual el pintor llamó "cubismo", modalidad
que perduró hasta 1921. La diferencia entre el "vibracionismo"
y el "cubismo" se halla en el hecho de que Barradas pasa del uso de
colores puros al estudio tonal, de la fragmentación del objeto a su consideración
figurativa y de los temas urbanos al predominio de lo íntimo y personal.
Una variante del "cubismo" barradiano fue lo que el propio artista denominó.
Barradas recurrirá al mundo festivo y colorido de los pallasos para expresar
al impotencia del hombre ante el gran circo de la vida, su desesperación
canalizada por la exaltación expresionista de la anécdota, del juego
irónico de la mascarada con fachada colorista. Es una percepción
de la cómica pirueta circense que advierte al ejercitar las visiones "simultaneistas"
de la desajustada vida ciutadana; y que influyó decisivamente en dibujos
y composiciones de Lorca y Dalí. Pero quizás, antes que nada, el
"clownismo" fuera la antesala de otra cosa. A Rafael Barradas no
le atraía ni el maquinismo, ni la modernolatría del "futurismo",
sino el vitalismo. Sus visiones son variables, fragmentadas y simultaneas, testimonio
de la vida moderna. Las dota de una gran fuerza expresiva y de un excelente cromatismo.
En algunas de sus obras plasma, por ejemplo, el trasiego de la Puerta de Atocha
de Madrid o el amontonamiento de chimeneas o las cargas del puerto de Barcelona.
En todas se manifiesta un dinamismo vertiginoso y unos colores muy vivos.

"Atocha" óleo sobre
lienzo de Rafael Barradas foto:Artes Visuales
Parque Rodó - Montevideo - Uruguay El
22 de marzo de 1920 se estrena la primera obra teatral de Federico García
Lorca "El maleficio de la mariposa" con Catalina Bárcena como
protagonista en el Teatro Eslava de Madrid. El espectáculo incluïa
bailes de la Argentinita. Los figurines del vestuario fueron diseñados
por Barradas y, en su gran mayoría, son retratos de Catalina, la actríz
de origen cubano musa del dramaturgo Gregorio Martínez Sierra y amor platónico
de Rafael. Barradas diseñó unos vestidos muy llamativos que representaban
insectos. La obra representó un fracaso de público, aunque la crítica
la tratara con seriedad, saludando la aparición de un autor notablemente
original. Martínez Sierra obligó a Lorca a realizar tantos retoques
en la obra, originada en uno de sus primeros poemas, que cuando se levantó
el telón ya nada tenía que ver con la versión original. Incluso
el título lo puso Martínez Sierra, ya que Lorca le aseguró
que a aquellas alturas no se le ocurría ninguna propuesta. Cabe destacar
que Lorca y sus amigos declararon prohibido el término "maleficio"
que rezaba en el título original. Todo ello llevó a ponderar a aquellos
que habían conocido la obra original: "No ha fracasado Lorca, sino
Martínez Sierra".

Representación
de "El Maleficio de la Mariposa" de Federico García Lorca
Barradas
ilustró el manifiesto ultraista vertical de Guillermo de Torre, aparecido
en noviembre de 1920, participó en las veladas del movimiento y colaboró
con dibujos y xilografías en las tres principales revistas del grupo ultraista:
"Reflector" en 1920, "Ultra" los años 1921 y 1922,
y "Tableros" en 1922, que edita junto al escritor argentino Jorge Luis
Borges a quien conoce aquel mismo año.
Oleo sobre tablero de 1929 "García
Lorca y otro", de Rafael Barradas foto:Artes
Visuales Parque Rodó - Montevideo - Uruguay Entre
1920 y 1922 Barradas pintó "Retrato de Antonio". Antonio De Ignacios
era como se conocía al escritor Antonio Pérez Giménez, hermano
pequeño de Rafael Barradas. Antonio aparece en primer plano sentado en
su mecedora, sosteniendo entre las manos un libro de gran volumen. En el ángulo
superior derecho se reconocen las teclas de un piano y parte del torso de la pianista.
Es una alusión a Carmen Barradas, su hermana mayor, que era compositora
y pianista.

Oleo
sobre tela "Retrato de Antonio", de Rafael Barradas foto:Artes
Visuales Parque Rodó - Montevideo - Uruguay Frecuenta
la Residencia de Estudiantes y las tertulias del Cafè Pombo, que le acercan
a las corrientes de vanguardia. Su amistad con Lorca, Dalí o Buñuel,
se intensifica y crea su propia tertulia en el Café de Oriente, denominada
la de los "alfareros" por trabajar casi todos sus miembros en la revista
"Alfar". Con todo, Barradas que frecuentó en Madrid el Café
del Prado, el Café de Oriente y el Ateneo fue, en principio, un personaje
solitario. A pesar de lo que que se piensa, los ultraistas y los jóvenes
de la Generación del 27 tardaron en llegar. En 1921 es nombrado director
artístico de la revista "Alfar" de La Coruña. Barradas
influirá notoriamente, entre otros, en el crítico Sebastià
Gasch, el periodista Gutiérrez Gili, el cineasta Buñuel, el músico
Sainz de la Maza, ...

Oleo sobre tela "Hombre en la taberna",
de Rafael Barradas foto:Artes Visuales Parque
Rodó - Montevideo - Uruguay En
1922, coincidiendo con los momentos finales del "cubismo" barradiano,
el artista efectuó un giro decisivo en su propia obra. Su nueva manera
de hacer fue denominada "planismo" e implicaba, a grandes rasgos, y
no sin matices, el impacto en su obra del regreso al orden, hacia una pintura
más cercana al realismo. Prueba de ello son los dibujos que realizó
en 1923 cuando se trasladó a la localidad de Luco de Jiloca (Terol), enfermo
de tuberculosis, acudiendo a casa de los familiares de su esposa para recuperarse.
Estos familiares le servirán de modelo. En Luco de Jiloca y en Olalla,
donde irá con el escritor Benjamín Jarnés a visitar al hermano
de éste, sacerdote de esta localidad, tomará apuntes de los campesinos,
familiares y amigos. Sus trabajos representan una incursión en la búsqueda
de un mayor realismo e inicia su serie denominada por él como "Los
Magníficos", representando personajes populares. Personajes como Gil
Bel, con quien tenía afinidades políticas de carácter libertario;
tío José "el Rey"; sus primos Bolín, Ramón
y Juana; su sobrino Calixto; el amo de la posada de Olalla; el cura Pedro Jarnés
junto a varios campesinos, mozas y molineros. Estos dibujos serán publicados
en la revista "Alfar". Alguno de ellos, incluso, será pintado
sobre lienzo como fue el caso de Gil Bel o el niño Calixto, auténtico
retrato de la infancia rural de la época. En ellos Barradas ejercitó
un tipo de dibujo que sin duda es relacionable con el clasicismo de Picasso. Son
figuras estáticas, graves, sin gestoss, con los ojos vacíos, eternas.
Algunos ejemplos son: "El hombre de la alpargata", "Obrero en la
taberna", "Castellanos" o "Molinero aragonés".
Tambien es cierto que cuando estos dibujos fueron trasladados al óleo sobre
lienzo adquirieron otro carácter. Bien por prolbemas técnicos o
por voluntad estilística, el carácter opaco y el tono ensombrecido
de la pintura hicieron surgir, junto a la pureza del trazo lineal de las fisonomías,
lo que el artista denominó la "luz negra". Un tono malancólico
y profundo se apoderó de sus obras, al mismo tiempo que la fijación
argumental en relación a las clases trabajadoras despertó en él
un sentido de lo vernacular, propio de la pintura española desde principios
de siglo.

Oleo
sobre tela "Molinero aragonés", de Rafael Barradas
foto:Artes
Visuales Parque Rodó - Montevideo - Uruguay
De pie, de izquierda a derecha: Benjamín
Jarnés, Humberto Pérez de la Ossa, Luis Buñuel. Sentados:
Rafael Barradas y Federico García Lorca. Madrid, 1923 foto:
El país El Barradas que regresó
a Madrid hacia la primavera de 1924 era ya, en cualquier caso, un Barradas distinto.
El optimismo vibracionista y cubista había dado paso a un tono más
grave y severo. La franca empatía lingüística con los primeros
"ismos" se diluía o comenzaba a buscar incentivos de otro signo.
Su actividad como ilustrador gráfico se vió reconocida al más
alto nivel al diseñar portadas y viñetas para la "Revista de
Occidente" y para la editorial "Espasa Calpe"; su trabajo como
figurinista y escenógrafo fue premiado con el Grand Prix en la categoría
de teatro en la Exposición de las Artes Decorativas e Industriales de París,
el salón de Art Decò, donde Martínez Sierra había
presentado un stand. En 1925, en la crucial primera exposición de la Sociedad
de Artistas Ibéricos, celebrada en Madrid, Barradas fue reconocido igualmente,
y de forma generalizada, como el verdadero emblema del arte nuevo, de la renovación
plástica española. Pero, paradójicamente, este reconocimiento
generalizado no sirvió para relanzar su figura ni para que su obra se situara
en nuevas posiciones de predominio e influencia. En los primeros meses de 1925
el pintor estuvo en San Juan de Luz, donde realizó una importante serie
de temas marineros, en la linea del "planismo" pero con mayor expresividad. "Sólo
me salen Bárcenas", confesó un día Rafael Barradas a
Pepín Bello después de hacerle un retrato. La había dibujado
centenares de veces para los carteles del Teatro Eslava, en el cual trabajaba.
La reprodujo tantas veces que las lineas de su rostro lanzaban magnéticamente
sus pinceles. De nuevo, le apareció la Bárcenas en el dibujo que
realizó a cuatro manos con su amigo García Lorca en 1925 en un folio,
en el reverso del cual el poeta granadino estampó uno de sus pequeños
pallasos y un breve poema: Tú que nunca enseñas la mirada en
los rostros quise atreverme a ponerlos en tu dibujo. ¿A medias dijiste,
no? Catalina, tan hermosa, siempre la dibujas, preciosa. Querido amigo, pero sin
sus ojos ni labios ¿vaya a saber Dios, por qué? ¡Para
ti no sería difícil! ¿O sí? Federico G. Lorca,
1925.

Dibuix de Lorca i Barradas.
Foto
"El País" CARLES RIBAS Así
que Lorca, como él mismo señala en los versos, colocó labios
y ojos al dibujo del inventor del vibracionismo. Y Barradas lo "cosió"
con el nombre de Catalina, 24 veces rodeando su rostro. En la misma cara, el uruguayano
responde: "Difícil no sería, hermano amigo, lo difícil
es crear lo no sentido" En el reverso del dibujo, Lorca ilustró
un pallaso llorando, cogiendo el pétalo de una flor, el tallo de la cual
son sus propias lágrimas. Alrededor hay pinceladas de la misma acuarela
utilizada en el dibujo de Catalina de la otra cara, un capitel y una jaula, hechos
a lápiz que, por el trazo, parecen de Barradas. Lo mismo que el poeta que
lo reseña: "Mis ojos están llorando sabes de mi
alegría, porque están tocando el cielo salud, amigo"
Rafael
Barradas tenía ambiciones literarias, y una tarde leyó una pieza
teatral retórica y prólija. Fatigado, Eugeni D'Ors se levantó
de la butaca en medio de la lectura y exclamó: "Siga usted pintando,
Barradas! ¡Sólo pinte mucho!". Agradecido por el cordial consejo,
el pintor le regaló un cuadro. La crisis sobrevino a un Barradas que hasta
aquel entonces parecía incombustible. La tuberculosis, que había
aparecido irrevocablemente en 1920 y se convirtió en preocupante en 1923,
minó su capacidad física notablemente a partir de 1926. Su ruptura
con Martínez Sierra, tanto por razones personales - ya que estaba Rafael
totalmente enamorado de Catalina Bárcena - como profesionales, agravó
aún más su situación personal, siempre precaria. En los
primeros meses de 1926 Barradas se trasladó de nuevo a Catalunya con su
esposa Pilar, su madre y su hermana Carmen. Residieron en un modesto piso en L'Hospitalet
de Llobregat, en la calle de Josep Maria de Sagarra, enfermo y sin un duro, y
donde realiza una serie de paisajes de la localidad, de corte realista. Son imágenes
de la ciudad, de las casas, de las plazas y esquinas, de las iglesias, de los
carros y animales por las calles. Están pintados de manera muy diferente
a los cuadros vibracionistas. En ellos se transmite la tranquilidad de la vida
de un pueblo casi rural. Allí recibiría la visita asidua de la mejor
intelectualidad del momento: Federico García Lorca, Salvador Dalí,
Ramón Gómez de la Serna, Benjamín Jarnés, Josep Vicenç
Foix, Ernesto Giménez Caballero, Sebastià Gasch (que era el crítico
de arte más incisivo de aquellos momentos; amigo y defensor acérrimo
de Joan Miró, de Salvador Dalí, de Picasso,...), Luis Montanya,
Guillermo Díaz Plaja, el poeta Sebastià Sánchez Juan, el
escritor Lluís Capdevila, Josep Maria de Sucre, Màrius Verdaguer,
Gustavo Gili, el periodista Lluís Manegat, el escultor Àngel Ferrant,
Leguina, Góngora, De la Maza, el caricaturista Manuel Font (siau), Guyas
o Sabater; que cada domingo por la tarde tomaban el tren para acercarse hasta
L'Hospitalet. 
Homenaje a Angel Ferrant en la azotea de la casa de Rafael
Barradas donde se desarrollaban las reuniones del Ateneíllo de L'Hospitalet.
Sus
tertulias configuraron el Ateneíllo de L'Hospitalet, que tenía como
símbolo la figura de un caballito Pegaso de cartón con las alas
desplegadas, el emblema vanguardista de Barradas, que estaba pintado en una de
las paredes de su estudio y que él dibujaba en sus escritos como si fuera
un encabezamiento. La breve pero intensa historia del Ateneíllo, espacio
mítico de la cultura española de aquellos años, está
documentada en el libro de visitas, firmado por una treintena de participantes
habituales de las reuniones. Hay dibujos y textos de personajes influyentes como
Lluís Manegat, redactor de "El Noticiero Universal"; el escultor
Angel Ferrant; el crítico de arte Sebastià Gasch; el poeta Federico
García Lorca; el pintor Salvador Dalí; el caricaturista Manuel Font,
entre otros. En este periodo, Barradas realiza algunas exposiciones en la sala
Dalmau, o organizadas por Dalmau, que gozarán de una repercusión
desigual entre la crítica, pero que servirán para aglutinar con
más fuerza a sus incondicionales. Rafael Barradas inició una
peculiar pintura religiosa, denominada Serie Mística, pero ni el inicio
de las nuevas series plásticas ni el afecto que le rodeaba consiguieron
que renaciera en Catalunya. Todos cuantos le visitaron en el Ateneíllo
de L'Hospitalet, vieron el delicado estado de salut del artista y las extremadamente
precarias condiciones en las cuales vivía. Rafael Barradas, personaje de
infinita bondad, metódico y venerado por sus compañeros de generación,
fue referente de los inicios del movimiento del 27. La relación con Lorca
era entrañable. Era un faro, una especie de Machado. En casa de Barradas,
Federico solía ponerse al piano de su hermana y cuando había fiesta
cantaba aquello de: "échame tu pañuelo que vengo herío...".
A
finales de los años 20 Rafael Barradas realiza una brillante caricatura
de Margarita Xirgu, a la que nunca pudo hacer una escenografía o unos figurines
de vestuario.

Caricatura
de Margarida Xirgu realizada por Rafael Barradas.
Archivo
Jordi Rius Xirgu 
Margarida
Xirgu a finales de los años 20 archivo
Matías Doro - família Barradas La serie de
"Estampones montevideanos" es su último trabajo, en un registro
muy distinto de todo lo anterior, y que prepara para su regreso a Uruguai, en
adhesión a los festejos del Centenario de la Jura de la Constitución
Uruguaya, para 1930. Son recreaciones evocativas del Barrio Sur de Montevideo
en 1900, formadas per una serie de acuarelas que le dicta la nostalgia, con escenas
de los lugares de Montevideo en los cuales pasó su juventud. Allí
se constata un cambio de objeto; los rudos tipos castellanos dieron paso a los
"cajetillas", marineros y prostitutas de Montevideo; la realidad uruguaya,
particularmente la de los arrabales, se entrevé allà a lo lejos
después de mucho tiempo.
Fue el precursor de los
"ismos", desde los que inventó y desarrolló hasta los
que le fueron endosados: futurismo, simultaneismo, vibracionismo, planismo, cubismo,
ultraismo, clownismo, anti-joismo, verticalismo, fakirismo, expresionismo, luz
negra, plástica del cartón, espiritualismo, los Magníficos,
los Místicos y los Estampones. A finales de 1928 Rafael Barradas se
encuentra cansado y enfermo y desea regresar a su país para despedirse
de su tierra. Con la ayuda de sus amigos y la compra de alguna de sus obras por
parte de los representantes del gobierno uruguayano se sufragan los gastos de
su retorno en noviembre de 1928, después de casi 15 años de ausencia
de su país y llevándose consigo prácticamente toda su producción
española. Este fue el último gesto de rebeldía de este rebelde
sin pausa. Fue recibido en Uruguai casi como un héroe. Barradas tenía
en su cabeza grandes planes. Ya en Montevideo, ocupará el cargo de director
del Museo Nacional y es homenajeado en el Teatro Solís; pero esta vez la
enfermedad y el agotamiento pudieron con su proverbial entusiasmo: pocos días
después, el 12 de febrero de 1929, Barradas muere a los 39 años. Informados
de la defunción, no solamente aparecen diversas noticias de caracter necrológico
en las que se glosa la figura del pintor, sino que pocos días después
de su muerte, el 17 de febrero de 1929 la fidelidad, minoritaria pero muy enraizada
en algunos intelectuales y artistas catalanes, hace que todos sus amigos del Ateneíllo
le despidan desolados en el puerto de Barcelona y le rindan un sentido homenaje
en el rompeolas del puerto. Fue una ceremonia presidida por el cónsul del
Uruguay, el gran amigo de Barradas, Juan Gutiérrez-Gili, que leyó
un texto elegíaco, mientras los asistentes (Foix, Gasch, Sucre, Cassanyes,
Dalmau, Sànchez-Juan, Ricard Opisso, Guillem Díaz-Plaja, ...) lanzaban
flores al mar.
El 23 de noviembre de 1933 Federico
García Lorca visita Montevideo y no puede abstraerse del recuerdo de su
amigo: "¿Sabe usted en lo que pensaba mientras los fotógrafos
me enfocaban y los periodistas me preguntaban...? Pues en Barradas, el gran pintor,
a quien uruguayos y españoles hemos dejado morir de hambre. (...) Todo
eso que me daban a mí, se lo negaron a él". Ese día
fue a visitar a su amigo al cementerio de Buceo. En silencio y bajo la fina lluvia,
lanzó unas flores encima de la tumba. A la muerte de Margarita Xirgu
el 25 d'abril de 1969, el Gobierno uruguayano, entre otros actos de homenaje,
editó un sello de curso legal rindiéndole honores, con los años
de su nacimiento y de su muerte y reproduciendo la caricatura hecha hacía
años por Rafael Barradas.

Sello de Margarita Xirgu que reproduce la caricatura de Rafael Barradas
Algunos
textos han sido extraídos de la biografia:"Margarita Xirgu y su teatro"y
"Margarita Xirgu.Una biografía"de Antonina Rodrigo y Mnav, Wikipedia,
Epdlep
XAVIER RIUS XIRGU álbum
de fotos |